El uso de las tecnologías ha invadido todos los espacios del
ser humano: ocio, educación, cultura, entretenimiento, salud, incluso el ambiente laboral. Las
organizaciones de hoy en día buscan estar
a la par de con los apresurados cambios
tecnológicos. La versatilidad con que se asuman estos cambios desde el
seno de la organización, brinda oportunidades de triunfar, aunque este
elemento por sí sólo no hará el milagro de ofrecerle sostenibilidad a la
empresa. En este punto, entonces se conjuga otro elemento: la competitividad; y
es precisamente el uso de las nuevas tendencias tecnológicas, el punto clave que
va a permitirle a la empresa competir en el mercado. Pero ahora hablemos de las
personas que utilizan esas tecnologías.
Si observamos desde aspectos
cotidianos, en una escuela, por ejemplo: niños que tienen acceso a un
sinfín de información, gracias al aporte de las tecnologías. Y si nos
remontamos a la escolaridad de los años 50,
60, 70 y un poco más; este conocimiento era
más limitado y en muchos casos, seguramente no habría pasado de un par de
libros o textos sugeridos durante el año escolar. La tecnología ha abierto las
puertas al mundo del saber.
Las organizaciones, cómo sabemos, son aquellos ámbitos donde
convergen personas con fines comunes: alcanzar objetivos y obtener un beneficio
(económico, social) a partir de su
desempeño o como contraprestación de su servicio; han sido también la morada y motor propulsor
del uso de las tecnologías. Ahora bien, partiendo de la premisa de que las personas como seres
biopsicosociales, con la inevitable necesidad de socializar (cosa que no surge
con las TIC sino desde la era primitiva misma), al estar en el trabajo
(llámese prisión psíquica) o cárcel virtual, como así lo definió Morgan (1996); no pueden apartar la
necesidad de estar “conectados con la gente” y menos “comunicarse”, aunque se encuentren
en el puesto de trabajo.
Importa, y por muchas razones, mencionar que con el auge de las redes
sociales, las cuales permiten desde comunicarnos, interrelacionarnos, localizar
amigos, conocer nuevas personas, buscar
empleo, hasta hacer un viaje virtual por todo el planeta; estas incursionan en
las organizaciones por el simple hecho de que las mismas están conformadas por
personas y socializar es una necesidad individual, como así lo agrupa en dos de
los cinco eslabones (afiliación y reconocimiento) de la pirámide de jerarquización de
necesidades de Maslow (1943).
Si habláramos de una organización robotizada en pleno, quizá
no habría la necesidad de tener una PC
con acceso a redes de carácter social.
Aunque ya existen compañías como Hon Hai Precision Industry, que
se considera de este tipo, todavía conserva el factor humano. En efecto creo,
que pasará algún tiempo para que el robot suplante al 100% a las personas, así que en HHPI, la PC con
acceso a redes sociales nunca va a estar de más.
Visto ya el porqué las personas necesitan estar siempre
“online” y pues, además, de tratarse de un asunto mucho más profundo
(psiquis vs sociedad), es
importante mencionar que este aspecto trasciende y va más allá de un modismo. De
allí pues, que puede ser concebido como una alternativa
de amplio alcance comunicativo, teniendo en cuenta que socializar es una
compleja necesidad psicológica.
Si bien ya hablamos de necesidad, cabe ahora preguntarse ¿cuáles
son las ventajas y desventajas del uso de estas redes sociales en las
organizaciones? Desde una perspectiva generalizada, se pudiera afirmar que mayores
son las ventajas de su uso y también esta determinación va a depender en gran
medida de la actividad de la empresa.
Por ejemplo, una compañía de ventas recibiría un enorme impulso con las redes sociales. Sin
menospreciar el alcance de la publicidad y distribución. Potenciar su cartera de clientes y hacer que
su producto le de la vuelta al mundo en un par de imágenes, son algunos de los
beneficios que puede obtener a través de
las redes sociales.
Visto de esta forma ventajosa y positiva, surge otra
interrogante: ¿podrá afectar en esta misma escala la productividad? Varias
encuestas afirman que los trabajadores dedican parte importante de la jornada
laboral revisando el facebook, twitter, chateando con amigos, actualizando
perfiles, y toda cuanta actividad sientan el deber de ejercer sobre sus cuentas
sociales. Eso no escapa de la realidad y es común en organizaciones públicas y
privadas. Esto viene a ser un fenómeno que
ha irrumpido en las empresas de este mileno.
La productividad y el
cumplimiento de las jornadas pueden garantizarse si en las empresas se instauran
espacios y tiempos que brinden la facilidad a las personas de interactuar y
comunicarse. Es oportuno mencionar
que cuando las personas satisfacen sus necesidades sociales, pueden interactuar
mejor y sentirse identificados con los objetivos, ya que este sentimiento le
genera la seguridad, confianza y perciben que sus necesidades están satisfechas;
por lo que limitar sus relaciones con la realidad externa
frena la proactividad, la motivación, la dedicación, la creatividad e
innovación.
Las redes sociales, como parte importante de las tecnologías
de información y comunicación, se traducen en una poderosa herramienta de
comunicación, dentro y fuera de las organizaciones. Ejercer control es vital siempre
y cuando ello no implique desconectar al trabajador de la realidad; pero permitiendo su acceso bajo el esquema que
consideren los gerentes. Esto sería una
alternativa factible si se considera que la total libertad en es impropia,
fijar un horario es la opción para que el trabajador no se “distraiga” y cumpla
con su respectiva jornada diaria, ya que
al establecer criterios para el uso de estas redes, adaptaría a esos lapsos su
uso, por tanto, no se estaría limitando la comunicación ni las relaciones interpersonales.
Por otro lado, las personas siempre se las ingenian para
vulnerar sistemas y acceder a las redes, y en caso contrario, ingresan a través
de sus propios medios tecnológicos: Smartphone y Tablets. Obviamente, los trabajadores que acceden a
las redes a través de la PC en horas de trabajo, utilizan menos sus
dispositivos durante la jornada. Con
esto busco significar que de una u otra forma, siempre habrá el deseo de estar
“online en el trabajo”. En esta era de
la comunicación resulta un tanto difícil
coartar el uso de las redes sociales, por lo que limitarlas resulta ideal, para
el beneficio de las personas y de las mismas organizaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario