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martes, 10 de junio de 2014

¿Online en el trabajo?


ONLINE EN EL TRABAJO
El uso de las tecnologías ha invadido todos los espacios del ser humano: ocio, educación, cultura, entretenimiento, salud,  incluso el ambiente laboral. Las organizaciones de hoy en día buscan estar  a la par de con los apresurados  cambios  tecnológicos. La versatilidad con que se asuman estos cambios desde el seno de la organización, brinda  oportunidades de triunfar, aunque este elemento por sí sólo no hará el milagro de ofrecerle sostenibilidad a la empresa. En este punto, entonces se conjuga otro elemento: la competitividad; y es precisamente el uso de las nuevas tendencias tecnológicas, el punto clave que va a permitirle a la empresa competir en el mercado. Pero ahora hablemos de las personas que utilizan esas tecnologías.

Si observamos desde aspectos  cotidianos, en una escuela, por ejemplo: niños que tienen acceso a un sinfín de información, gracias al aporte de las tecnologías. Y si nos remontamos  a la escolaridad de los años 50, 60, 70 y un poco más;  este conocimiento era más limitado y en muchos casos, seguramente no habría pasado de un par de libros o textos sugeridos durante el año escolar. La tecnología ha abierto las puertas al mundo del saber.
Las organizaciones, cómo sabemos, son aquellos ámbitos donde convergen personas con fines comunes: alcanzar objetivos y obtener un beneficio (económico, social)  a partir de su desempeño o como contraprestación de su servicio;  han sido también la morada y motor propulsor del uso de las tecnologías. Ahora bien, partiendo de la premisa  de que las personas como seres biopsicosociales, con la inevitable necesidad de socializar (cosa que no surge con las TIC  sino desde la era  primitiva misma), al estar en el trabajo (llámese prisión psíquica) o cárcel virtual, como  así lo definió Morgan (1996);                        no pueden apartar la necesidad de estar “conectados con la gente” y menos “comunicarse”, aunque se encuentren en el puesto de trabajo.
Importa, y por muchas razones,  mencionar que con el auge de las redes sociales, las cuales permiten desde comunicarnos, interrelacionarnos, localizar amigos, conocer nuevas  personas, buscar empleo, hasta hacer un viaje virtual por todo el planeta; estas incursionan en las organizaciones por el simple hecho de que las mismas están conformadas por personas y socializar es una necesidad individual, como así lo agrupa en dos de los cinco eslabones (afiliación y reconocimiento)  de la pirámide de jerarquización de necesidades de Maslow  (1943).
Si habláramos de una organización robotizada en pleno, quizá no habría  la necesidad de tener una PC con acceso a redes  de carácter social. Aunque ya  existen  compañías como Hon Hai Precision Industry, que se considera de este tipo, todavía conserva el factor humano. En efecto creo, que pasará algún tiempo para que el robot suplante al 100%  a las personas, así que en HHPI, la PC con acceso a redes sociales nunca va a estar de más.
Visto ya el porqué las personas necesitan estar siempre “online” y  pues,  además,  de tratarse de un asunto mucho más profundo (psiquis vs sociedad),  es importante  mencionar  que este aspecto  trasciende y va más allá de un modismo. De allí pues,  que  puede ser concebido como una  alternativa  de amplio alcance comunicativo, teniendo en cuenta que socializar es una compleja necesidad psicológica.
Si bien ya hablamos de necesidad, cabe ahora preguntarse ¿cuáles son las ventajas y desventajas del uso de estas redes sociales en las organizaciones? Desde una perspectiva generalizada, se pudiera afirmar que mayores son las ventajas de su uso y también esta determinación va a depender en gran medida de la actividad de la empresa.
Por ejemplo, una compañía de ventas recibiría un enorme  impulso con las redes sociales. Sin menospreciar el alcance de la publicidad y distribución.  Potenciar su cartera de clientes y hacer que su producto le de la vuelta al mundo en un par de imágenes, son algunos de los beneficios que  puede obtener a través de las redes sociales.
Visto de esta forma ventajosa y positiva, surge otra interrogante: ¿podrá afectar en esta misma escala la productividad? Varias encuestas afirman que los trabajadores dedican parte importante de la jornada laboral revisando el facebook, twitter, chateando con amigos, actualizando perfiles, y toda cuanta actividad sientan el deber de ejercer sobre sus cuentas sociales. Eso no escapa de la realidad y es común en organizaciones públicas y privadas. Esto viene a ser un fenómeno  que ha irrumpido en las empresas de este mileno.
La productividad  y el cumplimiento de las jornadas pueden garantizarse si en las empresas se instauran espacios y tiempos que brinden la facilidad a las personas de interactuar y comunicarse.     Es oportuno mencionar que cuando las personas satisfacen sus necesidades sociales, pueden interactuar mejor y sentirse identificados con los objetivos, ya que este sentimiento le genera la seguridad, confianza y perciben que sus necesidades están satisfechas;  por lo que  limitar sus relaciones con la realidad externa frena la proactividad, la motivación, la dedicación, la creatividad e innovación.
Las redes sociales, como parte importante de las tecnologías de información y comunicación, se traducen en una poderosa herramienta de comunicación, dentro y fuera de las organizaciones. Ejercer control es vital siempre y cuando ello no implique desconectar al trabajador de la realidad;  pero permitiendo su acceso bajo el esquema que consideren los gerentes. Esto  sería una alternativa factible si se considera que la total libertad en es impropia, fijar un horario es la opción para que el trabajador no se “distraiga” y cumpla  con su respectiva jornada diaria, ya que al establecer criterios para el uso de estas redes, adaptaría a esos lapsos su uso, por tanto, no se estaría limitando la comunicación  ni las relaciones interpersonales.
Por otro lado, las personas siempre se las ingenian para vulnerar sistemas y acceder a las redes, y en caso contrario, ingresan a través de sus propios medios tecnológicos: Smartphone y Tablets.  Obviamente, los trabajadores que acceden a las redes a través de la PC en horas de trabajo, utilizan menos sus dispositivos durante la jornada.  Con esto busco significar que de una u otra forma, siempre habrá el deseo de estar “online en el trabajo”.  En esta era de la comunicación  resulta un tanto difícil coartar el uso de las redes sociales, por lo que limitarlas resulta ideal, para el beneficio de las personas y de las mismas organizaciones.

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